El intestino habla, y tu cerebro lo siente

¿Has tenido cambios de humor sin razón aparente o te has sentido con ansiedad después de comer algo pesado? Lo que mucha gente no sabe es que el intestino está muy conectado con lo que sentimos y pensamos. Investigaciones recientes han demostrado que los microorganismos que viven en el tracto gastrointestinal pueden generar o estimular la producción de sustancias -conocidas como neurotransmisores- que afectan nuestro estado de ánimo y nos ayudan a relajarnos y sentirnos bien. Lejos de las funciones básicas de la digestión, el intestino alberga un complejo ecosistema de microorganismos que pueden modular nuestra conducta a través del eje microbiota-intestino-cerebro.1

La conexión entre el intestino y el cerebro es una de las fronteras más prometedoras en la ciencia médica actual. Cada vez hay más señales de que la microbiota intestinal influye en el funcionamiento del cerebro y en cómo nos sentimos o actuamos. Todo apunta a que estos microorganismos, principalmente bacterias, también podrían afectar la salud mental de las personas. Saber cómo influyen los genes, el ambiente y nuestras experiencias en esta relación puede ayudarnos a descubrir nuevas formas de cuidar el cerebro desde el intestino.2

El intestino, más allá de la digestión

La microbiota intestinal, compuesta por millones de microorganismos, no solo ayuda a digerir los alimentos y a mantener el sistema inmune, sino que también se comunica con el cerebro a través de un canal de comunicación bidireccional. Algunas bacterias, sobre todo las que llegan primero al intestino, parecen tener un papel clave en la producción de sustancias que afectan al sistema nervioso. Aunque aún se investiga cómo y por qué lo hacen, se sabe que estas bacterias generan señales químicas, que podrían influir directamente en el funcionamiento del cerebro.3

Neurotransmisores

La comunicación entre las neuronas, que normalmente asociamos con el cerebro, también está influenciada por lo que ocurre en nuestro intestino. Diversos neurotransmisores —sustancias clave para regular funciones como el estado de ánimo, el apetito, la memoria o el sueño— no solo se producen en el sistema nervioso central, sino que también pueden ser generados o estimulados por bacterias intestinales.

Serotonina: conocida por su papel en el bienestar emocional, se produce mayoritariamente en el intestino con ayuda de ciertas bacterias que transforman un aminoácido llamado triptófano.

GABA (ácido gamma aminobutírico): un neurotransmisor que calma la actividad cerebral puede ser producido por bacterias como Lactobacillus y Bifidobacterium.

Dopamina: relacionada con la motivación y el placer, también puede surgir en el intestino a partir de precursores alimenticios gracias a la acción de microorganismos.

Acetilcolina: esencial para funciones como el aprendizaje y la memoria, puede ser producida por bacterias que activan procesos metabólicos específicos en el intestino.

Norepinefrina: activa la respuesta al estrés y mejora el estado de alerta y la memoria, puede ser modulada por cambios en la composición de las bacterias del intestino

Glutamato: principal activador de señales en el cerebro, también pueden ser generado en el intestino por células que envían señales al cerebro.

Aminas traza: por ejemplo, tiramina y triptamina, son producidas por bacterias intestinales y pueden alterar el comportamiento y la percepción del cuerpo.

Aunque muchos de estos neurotransmisores no pueden atravesar directamente la barrera que separa el cerebro del resto del cuerpo, algunos de sus precursores o productos derivados sí lo hacen, lo que permite una forma de comunicación indirecta entre el intestino y el cerebro.4

¿Cómo viajan estos mensajeros al cerebro?

Aunque muchos neurotransmisores producidos en el intestino no cruzan directamente al cerebro, sí afectan su funcionamiento a través de varias vías:

El nervio vago, que conecta el intestino con el tronco encefálico, permite una comunicación directa de señales.
El sistema inmune, modulado por la microbiota, puede influir en la inflamación cerebral.
Las hormonas y metabolitos producidos por las bacterias también pueden actuar como mensajeros químicos.

Todo esto sugiere que el intestino no solo responde a lo que comemos, sino que también puede influir en cómo pensamos, sentimos y nos comportamos.5

Conclusión

El intestino no solo digiere alimentos, también produce sustancias que afectan al cerebro. En este sentido, las bacterias del intestino juegan un papel importante en cómo nos sentimos. Aunque todavía se están haciendo muchos estudios sobre este tema, se ha visto que algunas bacterias, como los Lactobacillus y Bifidobacterium, pueden ayudar a reducir la ansiedad y la depresión. Esto ocurre porque ayudan a mantener el equilibrio en el intestino y a producir sustancias que afectan directamente nuestro estado de ánimo.

Referencias

Loh JS, Mak WQ, Tan LKS, et al. Microbiota-gut-brain axis and its therapeutic applications in neurodegenerative diseases. Signal Transduct Target Ther. 2024;9(1):37.
Cryan JF, Mazmanian SK. Microbiota-brain axis: Context and causality. Science. 2022;376(6596):938-939.
Dicks LMT. Gut Bacteria and Neurotransmitters. Microorganisms. 2022;10(9):1838.
Chen Y, Xu J, Chen Y. Regulation of Neurotransmitters by the Gut Microbiota and Effects on Cognition in Neurological Disorders. Nutrients. 2021;13(6):2099.
Lu S, Zhao Q, Guan Y, et al. The communication mechanism of the gut-brain axis and its effect on central nervous system diseases: A systematic review. Biomed Pharmacother. 2024;178:117207.

Dra. Ana I. Burguete

Doctora en epidemiología

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